En estos momentos, nos encontramos en un país hundido en las garras de la corrupción, la desigualdad, el desempleo y la poca credibilidad del pueblo ecuatoriano hacia sus mandatarios. Estamos atravesando una de las crisis más fuertes después de la época de la dolarización, a causa de la evidente falta de liderazgo. Nos encontramos con una izquierda y derecha cuyo único fin es el de lucrar en base a sus deseos personales.
El pueblo ecuatoriano está indignado porque ninguno de ellos, tanto el ala correísta con Andrés Aráuz como la mal llamada oposición junto a Guillermo Lasso y Yaku Pérez, han logrado realizar propuestas viables y convincentes, salvo ciertas excepciones. Pero la respuesta a esta falta de coherencia dentro de la política nacional se debe a que nuestro pueblo NO entiende el fin de ser un “SERVIDOR PÚBLICO”. Y cree que, por estar en un alto cargo, la gente debe realizarles una reverencia; ya que, tienen un poder absoluto hasta que un miserable mayor logre arrebatarles lo conseguido.
Por lo tanto, vemos a burócratas de escritorio saltando de cargo en cargo, a gente cuyo último fin es el de servir, inhumanos que solo buscan lucrar a base de contratos y mañoserías aprendidas de otros viejos ruines. A gente cuyo título profesional no corresponde al puesto que están solicitando y debido a su incapacidad e inseguridad por competir con otros profesionales de su rama se ven en la obligación de pedirle una "ayudita"; a un conocido suyo.
Esta falta de lógica ha generado que los impuestos que todo ecuatoriano promedio paga a través del IVA, renta, entre otros, sea destinado a burócratas pretensiosos, quienes después de una leve condena disfrutan lo ganado en una playa del caribe.
Ya es hora, de que el ecuatoriano promedio denuncie a esos inhumanos cuyo único fin es el de generar su estabilidad personal dentro del sector público. Hay que denunciar a esos inoperantes que se han beneficiado del tráfico de influencias y han logrado obtener un cargo de importancia sin tener experiencia o haber estudiado para ello.
Ya es tiempo, de que los sueldos del sector público sean similares a los del sector privado, y estos se muevan en base al desempeño de la economía nacional. Es hora de que pidamos ciertos requisitos indispensables antes de otorgar a alguien un trabajo dentro del estado ecuatoriano.
Tenemos que exigir requisitos como: haber trabajado previamente en el sector privado y tener como mínimo un título profesional acorde al puesto lo solicitado. Ya no podemos tolerar más fantoches de escritorio que retrasan procesos por su inoperancia para el cargo que habían aplicado.
Es momento de que “viejos ruines” no puedan postularse a un alto cargo público, ya es hora de poner un tiempo límite para que una persona pueda trabajar dentro del estado ecuatoriano, ya que dentro del sector público nos encontramos con burócratas que apoyan al candidato que les garantice su permanencia y, por ende, la corrupción se queda aun cuando el gobernante es otro. Es momento de generar mayor rotación, gente nueva con ideas innovadoras, cuyo fin sea el de realmente servir a su patria.
Finalmente, y para no aburrir más al lector, hay que replantear y realizar una limpieza general de todos los cargos del sector público ecuatoriano, desde el barrendero hasta el ministro, ya es tiempo de bajar a esos pretensiosos del árbol y lograr poner a gente capacitada. Hay que acabar con aquellos que su beneficio personal está sobre cualquier persona, ya que alguien que aspira a trabajar durante toda su vida dentro de puestos del sector público muy difícilmente su último fin será el de servir.
Miserables, mil veces miserables, esa escoria humana que solo busca lucrar a costa del trabajo de otros.
Comments